Publicado por RADIO LA VOZ DEL ÁNGEL el 16 de Diciembre del 2020
Los trastornos convulsivos son alteraciones periódicas de la actividad eléctrica cerebral que derivan en algún grado de disfunción cerebral transitoria.
Muchas personas tienen sensaciones raras justo antes del comienzo de una crisis convulsiva.
Algunas convulsiones causan un temblor incontrolable y pérdida de la consciencia, pero lo a veces es que la persona afectada simplemente deje de moverse o de ser consciente de lo que está pasando.
Los médicos se basan en los síntomas para sospechar el diagnóstico, pero habitualmente se precisan imágenes del cerebro, análisis de sangre y electroencefalografías (que registran la actividad eléctrica del cerebro) para identificar la causa.
Los fármacos, en caso necesario, suelen evitar la crisis.
La función normal del cerebro requiere una descarga ordenada y coordinada de impulsos eléctricos. Mediante estos, el cerebro se comunica con la médula espinal, los nervios, los músculos y también consigo mismo. Cuando se altera la actividad eléctrica del cerebro, se producen convulsiones.
Alrededor del 2% de los adultos sufren convulsiones en algún momento de su vida. Dos tercios de estas personas nunca experimentan una segunda crisis. Las crisis convulsivas suelen iniciarse en la primera infancia o al final de la edad adulta.
Tipos de convulsiones
Las convulsiones se pueden describir de la manera siguiente:
Epilépticas: no tienen desencadenante aparente (es decir, no están provocadas) y ocurren dos o más veces. Una única convulsión no se considera epilepsia. Las convulsiones epilépticas se denominan epilepsia o crisis epilépticas. El origen de las crisis epilépticas es a menudo desconocido (llamada epilepsia idiopática). Pero pueden ser consecuencia de diversos trastornos cerebrales, como anomalías estructurales, accidentes cerebrovasculares o tumores. En estos casos se denomina epilepsia sintomática. La epilepsia sintomática es más frecuente entre recién nacidos y personas de edad avanzada.
No epilépticas: desencadenadas (provocadas) por un trastorno reversible o un trastorno pasajero que irrita el cerebro, como una infección, un traumatismo craneoencefálico o una reacción ante un fármaco. En los niños, la fiebre puede desencadenar una crisis no epiléptica que se denomina convulsión febril.
Algunos trastornos mentales causan síntomas que se asemejan a las convulsiones epilépticas y que se denominan convulsiones no epilépticas psicógenas o seudoconvulsiones.
Causas
Las causas dependen del momento de inicio de las convulsiones:
Antes de los 2 años: la fiebre alta o las anomalías metabólicas temporales, como unos niveles elevados en sangre de azúcar (glucosa), calcio, magnesio, vitamina B6 o sodio, pueden desencadenar una o más crisis. Una vez que se resuelve la fiebre o la anomalía, cesan las convulsiones. Si las crisis se repiten sin factores desencadenantes, la causa más probable es una lesión durante el parto, un defecto congénito, o bien una alteración metabólica o un trastorno cerebral hereditarios.
De 2 a 14 años: a menudo la causa es desconocida
Adultos: un traumatismo craneal, un accidente cardiovascular o un tumor pueden dañar el cerebro y desencadenar convulsiones. La abstinencia alcohólica (debida a la interrupción repentina del consumo de alcohol) es una causa frecuente de convulsiones. Sin embargo, en aproximadamente la mitad de las personas de este grupo de edad se desconoce la causa.
Adultos mayores: la causa puede ser un tumor cerebral o un accidente cerebrovascular.
Cuando no se identifica la causa, se dice que las convulsiones son idiopáticas.
Las situaciones que irritan el cerebro (como lesiones, determinados fármacos o drogas, falta de sueño, infecciones o fiebre) o que le privan de oxígeno o energía (como alteraciones del ritmo cardíaco, niveles bajos de oxígeno en sangre o niveles muy bajos de azúcar en sangre hipoglucemia) pueden desencadenar una crisis única, tanto si se padece un trastorno convulsivo como si no. Esta crisis, resultado de un estímulo de este tipo, se denomina crisis provocada (y por tanto es una crisis no epiléptica).
Las personas con un trastorno convulsivo tienen más probabilidades de sufrir una convulsión cuando ocurre lo siguiente:
Están sometidas a un exceso de estrés físico o emocional.
La valina es un aminoácido esencial que junto con la leucina y la isoleucina forman el grupo de los aminoácidos ramificados (BCAAs). La valina es uno de los veinte aminoácidos que utilizan las células para sintetizar proteínas.
La valina interviene en la formación del tejido muscular, favorece un balance de nitrógeno positivo, interviene en el metabolismo muscular y en la reparación de tejidos. La valina también puede ser consumida para producir energía por los músculos durante la actividad física.
Asimismo, la valina interviene en la síntesis de algunos opiáceos endógenos, protege el sistema nervioso, ayuda al mantenimiento de la salud mental, favorece el sueño y además ayuda a mantener equilibrados los niveles de azúcar en sangre.
Algunas de las situaciones donde el uso de la valina puede estar aconsejado incluyen afecciones del hígado y vesícula biliar como congestión hepática, cirrosis, hígado graso, ictericia, congestión biliar y litiasis biliar. En parte debido a que su metabolización no implica el tejido hepático y puede ser utilizado directamente por el músculo como sustrato energético o para la síntesis de proteínas.
También puede ser beneficioso su uso en alteraciones del sistema nervioso como ansiedad, angustia, depresión, insomnio, intranquilidad o estrés.
Su uso también puede estar recomendado en casos de atrofia muscular post-traumática y diabetes.
El consumo de valina es en general seguro. Los estudios sobre la toxicidad de la suplementación con aminoácidos ramificados en modelos animales muestran que su uso es en general seguro, en especial cuando los tres aminoácidos ramificados se aportan en una relación similar a la que se encuentra en las proteínas animales.
Las personas con problemas renales puede que necesiten controlar el consumo de proteína y aminoácidos, siempre bajo el control de un especialista.
No deben excederse las dosis recomendadas ya que un exceso de este aminoácido puede ocasionar alteraciones cutáneas, hepáticas o desórdenes del sistema nervioso.
Se trata de uno de los macrominerales esenciales, es decir, debemos ingerir una cantidad superior de 100mg al día, junto al Calcio, Fósforo, Potasio, Cloruro, Sodio, y Azufre. Se da la circunstancia que además es el propio magnesio que regula la disposición de otros minerales.
No es únicamente un metal alcalinotérreo sino que también es un mineral para el cuerpo humano.
Debido a que el organismo no puede fabricar magnesio es necesario que se ingiera de forma regular.
El magnesio es necesario para más de 300 reacciones bioquímicas en el cuerpo. Ayuda a mantener el funcionamiento normal de músculos y nervios, brinda soporte a un sistema inmunitario saludable, mantiene constantes los latidos del corazón y ayuda a que los huesos permanezcan fuertes.
Actúa en la defensa del organismo, la inmunidad y el crecimiento. Además es primordial para la producción de energía.
Además, te ayuda a obtener energía porque estabiliza las proteínas, la glucosa y las membranas celulares.
Al actuar directamente sobre el sistema nervioso alivia tu tensión nerviosa y muscular. También regula la presión arterial. Ideal si estás sometido a un exceso de trabajo y preocupaciones.
Mejora los niveles de azúcar en sangre, lo que te puede ayudar a prevenir la diabetes tipo 2.
Fortalece huesos y dientes y previene la caries y la osteoporosis. Ya que colabora en la fijación del fósforo y el calcio en los huesos.
Al regular el pH corporal protege los órganos y tejidos, ayudándote a prevenir enfermedades cardiovasculares, renales y digestivas.
Es básico en muchas reacciones bioquímicas. En la fijación del calcio y el fósforo en huesos y dientes. En la síntesis proteica y en la función muscular.
Tomar demasiado magnesio en forma de suplementos por nuestra cuenta puede tener efectos adversos como diarreas, náuseas y otras molestias digestivas. A dosis muy altas, puede tener efectos más graves, aunque no es habitual que suceda, pero sí que hay que extremar la precaución en pacientes renales y en niños.
TRASTORNOS POR ANSIEDAD *
Clave | Nombre |
6653 | AJENGIBRE PAÍS Raíz BSA. DE 060g |
6724 | PATA DE CABRA Tallo Mad. BSA. DE 060g |
6803 | HIERBA MORA Hoja C/T BSA. DE 060g |
6695 | MUICLE Hoja C/T. BSA. DE 060g |
6938 | GUACHICHILA Hoja C/T BSA. DE 060g |
6716 | PALO DE MUERTO Tallo Mad. BSA. DE 60g |
Forma de prepararse | Poner todas las plantas por partes iguales en un frasco grande de preferencia de vidrio con tapa y capacidad de 1 litro. Rotularlo con la fórmula. Agitar para mezclar la fórmula Agregar el contenido de 1 cucharada sopera de la fórmula en 1 litro de agua purificada o de preferencia de manantial. Que hierva la preparación 10 minutos y colar |
Modo de uso de las plantas | 1.- Tomar antes de cada alimento |
Clave | Nombre |
2336 | COCODRILO Aceite BSA. CON 060 |
2407 | BACALAO OMEGA 3 y VIT E BSA. CON 060 |
2467 | VALINA con MAGNESIO BSA. CON 060 |
2318 | LEVADURA DE CERVEZA BSA. CON 60 |
Uso sugerido | Tomar una cápsula de cada una, antes de cada alimento |
Esta combinación de valina y magnesio, protege el sistema nervioso, ayuda al mantenimiento de la salud mental, favorece el sueño y es de gran ayuda para crisis convulsivas
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